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Mensaje  Seth Winchester Jue Ago 11, 2011 2:28 pm

OSNIs – Objetos Submarinos No Identificados


Como hasta el año 1947 prácticamente nadie había oído hablar de los OVNIs, nadie se atrevió a relacionar con ellos algunos fenómenos extraños que se habían producido en los mares o en sus proximidades. Y, sin embargo, los antiguos navegantes testificaron muchas veces, ante la incredulidad de sus oidores, que habían visto salir de las profundidades marinas imponentes esferas, o ruedas, muy luminosas, que se elevaban enseguida hacia las inmensidades del cielo; o habían contemplado estupefactos cómo cruzaban por debajo de las quillas de sus embarcaciones indefinidas estructuras – tendentes siempre a ser redondas – llenas de luz, a velocidades impensables para aquellos tiempos. Y estos relatos no se produjeron solamente a partir de que los barcos se adaptaron a la navegación oceánica para llevar a cabo la gesta del Descubrimiento, en las inmensidades del Atlántico, donde muy pronto se hizo célebre, tristemente célebre, el triángulo de las Bermudas o el mar de los Sargazos. Siglos antes, cuando las singladuras eran más cortas, porque se llevaban a cabo en las zonas próximas a las costas o, como mucho, en el Mediterráneo, también los marinos contaron cosas fantásticas, que después han resultado menos fantásticas, acerca de objetos submarinos – monstruos, fueron llamados en muchas ocasiones – que a veces salían a la superficie, y se elevaban volando perdiéndose de la vista rápidamente.
Ya se sabía que los marineros son dados a la fantasía. Por eso, y porque los hechos que contaban eran increíbles, no les hicieron caso en su tiempo. Hoy, sin embargo – al menos en muchos casos – habría que darles la razón; porque muchos hechos están confirmando aquellas historias.
LA ISLA DE SAN BORONDON
Las crónicas antiguas hablaron de ella en varias ocasiones y ya en el siglo XVI se sabía de su existencia. Pero muy pocos la habían visto. Se trató, durante siglos – y todavía realmente habría que considerarla así – más de una leyenda que de una realidad contrastada. Sin embargo, algunos hechos, contemplados con la perspectiva que hoy podemos tener, sobre todo si nos referimos a la fenomenología OVNI, nos dan mucho que pensar. Entremos con mente abierta en el meollo del asunto.
Resulta que en la zona de las islas Canarias, en diferentes lugares pero preferentemente en las proximidades de la isla del Hierro, y a juzgar por los lugareños que han mantenido la tradición de los sucesivos relatos acerca de su existencia, de vez en cuando emerge, como por arte de magia, una isla nueva, mucho más pequeña que las demás, y luego, en un lapso de tiempo variable pero que nunca se extiende más allá de unas pocas horas, desaparece. Como si las aguas se la tragaran, sin dejar rastro. Ninguna perturbación en la superficie de los mares, ninguna agitación previa, avisa que el fenómeno se va a producir. No es predecible, por lo tanto, el fenómeno. Y su hundimiento debe ser tan lento, tan majestuoso, que las aguas no se inquietan en absoluto. Una isla mágica ésta llamada de San Borondón, que ya conocían, y a la que probablemente rendirían culto – o por lo menos asombro – los recios guanches primitivos pobladores de las Canarias. Hay mucha magia en esas islas; de eso no cabe duda. Y sucede que, a veces – y en Canarias con frecuencia – la magia se concreta en realidades fantásticas. Los mitos se hacen realidad.
Durante el siglo pasado, la isla de San Borondón apareció, por lo menos dos veces. Y nosotros hemos tenido la suerte de dialogar con un testigo de excepción de la última: Machín Padrón, un hombre que fue capaz de guardar toda la isla del Hierro en su corazón, y también toda su historia, sus leyendas y sus realidades. Fue durante los años 50. Nuestro testigo informador fue avisado una madrugada del prodigio por unos campesinos amigos suyos que vivían en la parte más alta y más al norte de la isla. Lo despertaron – nos contó – para que pudiera contemplar en medio del mar, entre el Hierro y La Gomera, una nueva tierra de la que los más viejos guardaban el recuerdo. A caballo, ascendieron lo más aprisa que pudieron hasta el lugar idóneo, al que llegaron ya con el Sol bastante alto. Era un día despejado, sin nubes, y con una visibilidad perfecta.
Tuvimos la suerte de recibir de labios de Machín Padrón el relato de lo que vio aquel día lleno de asombro. Y lo hicimos en el mismo lugar en el que él estuvo contemplando los hechos. Desde casi los 2000 metros de altura en que nos encontrábamos, el mar quedaba abajo, a nuestros pies, y a lo lejos, mas perfectamente, se veían las islas de La Palma y Gomera.
Muy cerca, los acantilados que conservan valiosísimos petroglifos con los mensajes que los guanches nos transmitieron en piedra, todavía indescifrados, y albergan a una ya escasa población de lagartos, inmensos, oscuros, esquivos, restos de una raza extinguida en todo el mundo.
¿UNA PLATAFORMA METALICA?

Extrañas islas artificiales de apariencia metálica emergen de las profundidades ¿Acaso para la recolección de oxígeno?...
Nos contó nuestro informante que él era el único superviviente de la isla del Hierro que había tenido la suerte de contemplar, y lo hizo durante varias horas, la mítica isla de San Borondón, que no era mito – porque él la estuvo contemplando – sino real. Y, si nos atenemos a su relato, repleto de detalles valiosos, la isla en cuestión es un territorio extraño. Le fue difícil a Machín Padrón determinar su extensión, pero la calculó en no inferior a los dos kilómetros de diámetro; en el caso de que fuera circular, que él creía que no, que era alargada. No distinguió vegetación, parecía que era una superficie lisa y de color plomizo, más elevada por uno de los extremos, en el que daba la sensación de que había edificios de estructuras totalmente geométricas, unas protuberancias rectangulares que iban decreciendo a medida que avanzaban hacia el interior. Es decir, a lo que más se parecía lo que estuvo contemplando el testigo del prodigio aquella mañana era a la cubierta de un portaaviones o de otra imponente nave semejante. No observó tampoco ningún tipo de movimiento sobre aquella plataforma detenida entre las tres islas; ningún cambio de color, nada. Tranquilidad absoluta. Aquella extraña isla emergida como por arte de magia parecía estar desierta.
Duró varias horas la contemplación, más de medio día. Ya al atardecer, la isla comenzó a hundirse; o así se deducía, porque se veía cada vez en menor altura y extensión. Finalmente, después de unos minutos, las aguas del mar quedaron tersas y tranquilas tras engullirse aquella mole inmensa. Todo en calma. Como si nada hubiese sucedido.


Digamos, porque ya va siendo el momento, que, a juzgar por la gran cantidad de avistamientos que así parecen confirmarlo, si existen bases submarinas de OVNIs, en las islas Canarias hay una. Así lo aseguran muchos investigadores; y lo corroboran algunos contactados de privilegio que aseguran haberla visitado con detenimiento, como ya veremos más adelante. Pero regresemos a la isla de San Borondón. La leyenda la sitúa en las proximidades de Canarias; y, sin embargo, algo semejante – y decimos algo porque probablemente de ser verdad el fenómeno no se trate de una isla – ha sido visto, en varias ocasiones, cerca de la costa norte de la isla de Mallorca, en pleno Mediterráneo, por vecinos de Sóller, desde las alturas de las montañas que separan esa zona de la costa de las regiones del interior.
Coincidiendo con auténticas oleadas de avistamientos de OVNIs, muchos de los cuales fueron vistos salir y/o entrar en el mar, se vio a veces desplazarse una inmensa plataforma repleta de luces – demasiado grande para ser un barco por grande que este pudiera ser – a una gran velocidad, imposible de alcanzar por un navío, en una trayectoria paralela a la costa, hasta perderse en la lejanía a los pocos instantes. En muchos puntos es similar la descripción que hacen los testigos de esta plataforma de Mallorca a la que nos proporcionó nuestro testigo de la isla del Hierro. Machín Padrón vio la isla de San Borondón de día, y durante muchas horas, por lo que su descripción es más rica en detalles, y más precisa; los testigos de Sóller la vieron de noche, en movimiento y en la oscuridad.
Lo primero que a uno se le ocurre pensar es que tal vez se trate del mismo fenómeno, de la misma isla o lo que sea. Pero sucede que si las islas se mueven es que no son islas; y dos míticas San Borondón son ya mucho mito. Si admitimos los testimonios – y no hay más remedio que hacerlo, porque son muchos y algunos muy documentados por fotografías y otras comprobaciones – de gente que ha visto OVNIs salir y entrar en los mares, no es descabellado comenzar a plantearse la posibilidad de la existencia de bases submarinas, donde esas naves reposten, se escondan, sean reparadas, y donde haya lugar para el descanso de los tripulantes. Es más: si es verdad que estamos siendo visitados asiduamente por seres procedentes de otros planetas, casi hay que juzgar necesario que haya en la Tierra bases; lo mismo que las hay – al parecer – en Ganímedes y en la Luna, por no citar más que un par de ejemplos.
De la Tierra, el lugar más seguro para esconderse es, sin duda, el fondo del mar.
¿PLANETA TIERRA O PLANETA AGUA?
La relación que pretenden establecer los investigadores entre los OVNIs y el agua, se establece sola; y está establecida desde siempre. Recordemos que estamos hablando de un planeta que en verdad debería llamarse Mar, o Agua, en vez de Tierra, ya que los océanos y mares ocupan una extensión equivalente a las tres cuartas partes de la superficie total. Este hecho nos pone en disposición de afirmar que cualquier fenómeno de avistamiento OVNI se producirá con mayor probabilidad sobre la masa de agua que sobre la tierra. Y de hecho así parece haber sucedido a lo largo de la historia. Hay un hecho cierto, que nadie puede negar: tan gran proporción de agua existente en la Tierra provoca que la misma esté cubierta por la masa líquida en una extensión de 350 millones de kilómetros cuadrados. Es decir, que el hombre desconoce las tres cuartas partes del planeta que habita, no sabe lo que hay bajo las aguas, unas aguas de mares y océanos para las que puede estimarse una profundidad media de unos 4.000 metros.
De una época contemporánea nuestra, o muy próxima, hay abundantes relatos de extraños fenómenos acaecidos sobre o en las aguas marinas, que hoy definiríamos como fenómenos debido a la presencia de los OVNIs. Charles Fort, en su obra “El libro de los condenados” recoge varios, algunos de los cuales no nos resistimos a mencionar, aunque sea de pasada.

Los avistamientos de OVNIs desde barcos son muy frecuentes.
El día 24 de febrero de 1885, por ejemplo, en un lugar situado entre Yokohama y Victoria (Australia), un tripulante del bergantín “Innerwich” había visto cómo se encendía el cielo. Avisó al capitán del barco, quien subió a cubierta para contemplar el fenómeno. La luminosidad era intensísima, y provenía de “una gran masa ígnea” que había hecho su aparición sobre el barco, y que se precipitó en el mar. Debía tratarse de una masa respetable, a juzgar por la perturbación que causó: levantó unas olas gigantescas que zarandearon el bergantín como si se tratara de una cáscara de nuez. El mismo Fort admite la posibilidad de que se tratara de un bólido, en este caso. Sin embargo, hay que negar la misma respuesta al objeto que fue observado el 12 de noviembre de 1227 en unas aguas cercanas al cabo Race desde un vapor inglés llamado “Siberian”. En esta ocasión, el objeto fue descripto por los marineros testigos como una bola, que surgió del mar y se elevó hasta alcanzar una altura de 15 metros, dirigiéndose a continuación primero hacia el barco, y alejándose después despacio. Fue visible durante más de cinco minutos. El capitán de este navío afirmó que no era la primera vez que veía objetos parecidos.
Años antes de estos avistamientos recogidos por Charles Fort, el 22 de marzo de 1870, la tripulación íntegra del barco inglés “Lady of the Lake” observó durante un viaje a la zona ecuatorial del Atlántico un extraño objeto, de forma lenticular, del que sobresalía una especie de apéndice; se desplazaba en contra del viento reinante, y pudo ser contemplado durante más de una hora. Tal vez deba ser considerado este caso como el primero en que se habla de la forma de platillo, o de lenteja, de una manera abierta.
Otros avistamientos importantes de OSNIs en el mar se produjeron unos años después. En efecto, el 15 de mayo de 1897 el comandante de otro buque inglés fue testigo de un fenómeno que se ha repetido mucho: la presencia de ruedas luminosas que suelen aparecer girando bajo las aguas.
Era el comandante J. E. Ringle, que se encontraba a bordo del buque de guerra “Vulcano”, en el golfo Pérsico. La observación comenzó divisando unas ondas luminosas bajo las aguas, las cuales se desplazaban con enorme rapidez, pasando por debajo del navío. Eran una especie de ruedas giratorias, gigantescas, de radios luminosos. Eran en total dos ruedas, las cuales giraban en sentido contrario, siendo también contrario su camino: una iba en dirección este-oeste, y la otra a la inversa. “Estas ondas luminosas – informó el marino – iban desde la superficie hasta gran profundidad bajo las aguas”.
Algunas observaciones más recientes han confirmado la presencia de estas gigantescas ruedas bajo las aguas. Y, aún a sabiendas de romper la coherencia de nuestro relato, haremos una parada para referir unos sucesos singulares, y muy actuales.
UN EXTRAÑO EDIFICIO SUBMARINO
En las islas Canarias ya mencionadas, que son uno de los puntos más calientes en todo lo que se refiere a la fenomenología OVNI, y desde hace unos años, se vienen produciendo unos hechos tan insólitos que incluso parecen superar lo más atrevido que pueda brindarnos la ciencia-ficción. Todo comenzó con el establecimiento de un contacto, que actualmente es fácil lograr telepáticamente, o por medio de la “Oui-Ja”. Es el tipo de contacto que más se repite; y por eso lo vamos a describir. Si es mediante la telepatía, todo consiste en concentrar el pensamiento en la voluntad de entrar en contacto con los tripulantes de los OVNIs. A veces, ellos entienden la llamada, y acuden. Es fácil entonces que citen a la persona contactada – ya contactada – en algún lugar apartado, y a una hora determinada; lugar y tiempo en el que aparecerán, haciendo visible un OVNI que dejará perplejo al testigo. La comunicación se repetirá, y las citas; y los encuentros aumentarán.
Seth Winchester
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